Ser víctma de una obsesión o dejarse dominar por un fuego interior es, en términos sicológicos, dejarse dominar por un arquetipo; depender, para alcanzar la felicidad, de una fuerza inconsciente que escapa al control de uno, estar sujeto a una imagen primordial o un numen, de modo que todos los restantes valores y juicios carecen de importancia, de una vez por todas y en paz y basta.